Durante años nos hemos reído de expresiones como: “tonto, muf, imbécil, idiota” y de memes con claras faltas de ortografía. Un reflejo de la desvaloranción del lenguaje. ¿Y la desnudez? No hace falta hablar de la desnudez. En casi todas las culturas, los hombres y las mujeres, pequeños y mayores sienten una profunda fascinación por la violencia, los insultos y la pornografía. Ya no hay gente que dude. Y todos estos comportamientos y aspectos son manifestaciones propias de la ignorancia, y esta es, en palabras de Aristóteles, “la semilla de todo mal”. Eso no debe continuar así.
“Copulando con la ignorancia” es una metáfora que refleja cómo algunas personas se aferran voluntariamente a la falta de conocimientos, a disfrutar de los malos comportamientos, a acostarse con la violencia y los insultos, a vivir, en fin, en la caverna platónica, engendrando así comportamientos y actitudes que perpetúan su desconocimiento y contribuyen a la degradación del ecosistema social.
Es evidente que las causas de la ignorancia son muchas y variadas, siempre que no se entienda como la ausencia de conocimientos científicos, sino como la incapacidad de una persona que, poseído de un bagaje cultural vasto, le pida divorcio a la civilización, o sea, pierde su capacidad racional para convertirse en eso…. Un animal.
No obstante, sería apabullante detenerme aquí para explicar las causas de la ignorancia. El formato del escrito no lo permite y, además, no serían palabras fértiles. Prefiero recordar sus manifestaciones más inmediatas para envenenarlas y abortarlas.
Y es que, la incapacidad para sostener un diálogo formal, la difusión de la desinformación, el desinterés por los temas o asuntos relevantes, los comportamientos arrogantes y sobretodo el uso frecuente de insultos o ataques personales son conductas que ponen en evidencia en nivel de ignorancia de un individuo. Hay que añadir, se me ha olvidado en el párrafo anterior, la celebración de la mediocridad; que es otra señal clara de la ignorancia. Quienes copulan con la mediocridad suelen divorciarse con la excelencia y el esfuerzo, y por si fuera poco, ridiculizando a aquellos que buscan superarse o aprender más. Al final será cierto que “cuando usas la lógica en un mundo ilógico eres tonto”.
Esta actitud, que ya se ha proliferado en nuestro contexto, es inquietante. Y es que, en esta sociedad, los ciudadanos se han enamorado de los insultos, de la mediocridad y de las agresiones. Se ha normalizado todo y no hay nada que no genere diversión. Menos mal que en Guinea el insulto no es excesivo, ni siquiera un beso al delito. De lo contrario, todos o casi la mayoría estaríamos en el mismo cuarto.
No obstante, con o sin formación, la ética ya ha servido los instrumentos de comportamiento. Que los directivos de los centros educativos, los profesores, los adultos y los ñiños insulten, no lo hace justificable, sino que muestra que lo indebido ocurre en todas partes y que la ignorancia no es, en fin, una pareja fiel. ¡Esta es una tesis doctoral!