¿Driller o parlamentario?, ¿Rimas vulgares o discursos formales?

Si alguien me pregunta para qué sirve la música, dejaré que responda Victor Hugo: «La música es el eco de lo que no se puede decir y lo que no se puede callar.» ¿Y la política? “el arte de servir a la sociedad y no dominarla”. ¿Ambas formas de expresión pueden moldear y reflejar la conciencia social?.

En la última década, el drill ha emergido como un subgénero musical que ha capturado la atención global con sus ritmos oscuros y letras crudas. Originado en el South Side de Chicago en 2010, el drill ha influido en escenas en Londres, Australia, España, Nueva York y actualmente en Guinea Ecuatorial, adaptándose a diversos contextos urbanos y manteniendo una esencia distintiva.

Las letras del drill, que abordan temas como la violencia y la vida en las calles, presentan una visión intensa y directa de la realidad de muchos jóvenes. En comparación, los discursos parlamentarios suelen ser formales y a menudo incluyen promesas y retórica que pueden parecer distantes de la experiencia cotidiana de las personas.

Un aspecto a considerar es el alcance del mensaje. Los discursos parlamentarios están diseñados para llegar a una audiencia amplia y tratar cuestiones a nivel institucional, con la intención de influir en políticas públicas y en la estructura social. Estos discursos, aunque a menudo abstractos, buscan abordar problemas a gran escala y establecer directrices para el futuro.

Por otro lado, el drill comunica mensajes que, aunque localizados, pueden tener un impacto profundo en sus oyentes inmediatos. Su capacidad para captar y reflejar la realidad vivida de los jóvenes en áreas urbanas puede ofrecer una conexión más personal y directa. La naturaleza cruda y visceral del drill puede resonar con una audiencia específica que busca autenticidad y representación de sus propias experiencias.

La comparación entre la eficacia de ambos métodos de comunicación —el verso de un driller y el discurso parlamentario— plantea preguntas sobre el tipo de impacto que cada uno tiene. Mientras el drill puede ofrecer una representación intensa y personal, los discursos parlamentarios buscan ofrecer soluciones y guiar el cambio a nivel macro. La eficacia de uno sobre el otro depende del contexto, la audiencia y los objetivos de comunicación.

¿Rimas vulgares o discursos formales? ¿Driller o parlamentario? Los lectores pueden considerar si el drill proporciona una visión más auténtica y resonante de las realidades actuales o si los discursos parlamentarios siguen siendo cruciales para el debate y la formulación de políticas. Ambas formas de comunicación tienen sus propios méritos y limitaciones, y su impacto puede variar según el ámbito en el que se encuentren. Puede sonar travieso pero Gonzalo Gómez recomienda “comprar el arte”.

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