La contradicción es consustancial al ser humano, como la opinión a la vida en sociedad. Se trata, pues, de la popular obra “El diablo existe y la mujer es la prueba”, de Cirilo ONDÓ ABAGA. Comentan los que ya la hemos leído que es una cortina de humo y que solo impresionó e impactó por su título. Por esa razón me he detenido (seguramente).
Cierto es que, desde su publicación se han vendido más de 914 ejemplares. Sin embargo, ¿cuál es su trasfondo? O más exactamente ¿qué es lo que ofrece? Pues; un análisis sobre la influencia de la mujer en la sociedad contemporánea, la cual; según el autor, puede arruinar a un hombre por completo y llevarle al mismo tiempo al más alto éxtasis. En fin, es cierto que, por un lado; las mujeres -a veces- pueden ser tóxicas; sin embargo, los hombres también lo son. Si esta premisa parece verosímil, pregúntenle a la historia quienes fueron Adolf HITLER, Sadam HUSSEIN o el mismísimo Pol POT.
Pero, el problema de la obra “El diablo existe y la mujer es la prueba” cala un poquito más ondo, y es que fracasa por su mala praxis, en enjuiciar sin dar razones, por sus reflexiones infundadas y poco demostrables a las que se añaden anécdotas traumatizadas y secuelas de la infancia. Así lo refleja el mismo autor es su texto: empecé a ver cosas extrañas a altas horas de madrugada, mamá viene a dormir conmigo y dejarle solito al pobre hombre. Y todo esto ocurría después de escuchar mucho “déjame, déjame, déjame, no me toques, no me toques” y todo esto en mi lengua natural “el fang” “ligyema, ligyema, ligyema, otaha ma nam, otaha ma nam”. Claro, esto no le resta méritos al complejo trabajo del autor.
No obstante, lo más curioso es que, el otro día; navegando en la red de la nube verde con auricular interior (whatsapp) leí: los leones solo paren leones y si la madre que me engendró es el diablo, entonces ¿quién soy yo?… lo clavó –Andrés EBANG-. Esta es una pregunta legítima que tampoco halla respuesta en esta obra. En consecuencia, en este número, demos crédito a las palabras de Rousseau: “el error es inherente al ser humano, lo importante es no sobrepasar la cuota diaria”. Por lo que; si el diablo existe, el ser humano es la prueba. Y si esta afirmación también parece una falacia, como las que emplea el autor en este texto, pregúntenle otra vez a la historia quienes fueron Letitia GREE, Hedy LAMARR o Mary ANDERSON. Mujeres.